Conducir exige atención selectiva, sostenida y dividida para filtrar estímulos, anticipar riesgos y coordinar manos, pies y mirada. La vía también condiciona: tramos monótonos o demasiado familiares favorecen bajar la guardia; la señalización excesiva, la publicidad o mirar un siniestro ajeno desvían la vista del tráfico.
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Las estaciones de transición, como el otoño, son traicioneras para tu coche. Aunque las temperaturas parezcan suaves, la humedad, el frío y las lluvias castigan los sistemas mecánicos y eléctricos más de lo que parece. Algunas averías son inevitables por desgaste natural, pero otras pueden anticiparse con un mantenimiento adecuado y una buena revisión tras el verano.
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El motor de arranque es una de esas piezas del coche que pasa desapercibida hasta que falla. Sin embargo, su papel es esencial: es el encargado de poner en marcha el motor térmico cada vez que giramos la llave o pulsamos el botón de arranque.
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Los amortiguadores son una pieza clave de la seguridad de tu coche, aunque suelen pasar desapercibidos frente a otros elementos como los frenos o los neumáticos.
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Conducir de noche o en condiciones de poca visibilidad exige contar con unos faros correctamente regulados. Sin embargo, muchos conductores desconocen si es legal ajustarlos por su cuenta o cuáles son los pasos adecuados para hacerlo.
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